Masa quebrada casera. Un imprescindible en tu despensa
Es mucho más práctico hacer bastante cantidad, puesto que esta masa se puede congelar y así la tendremos siempre en la reserva para cualquier ocasión que se nos presente.
Si la guardamos en el frigorífico se puede reservar durante una semana envuelta en papel transparente, en cambio si la congelamos envuelta en este mismo papel y además con otra capa de papel de aluminio, durará hasta tres meses. Para descongelarla simplemente la dejaremos a temperatura ambiente hasta que se ablande.
Los utensilios que usaremos en esta receta son los siguientes:
1 bol
1 molde redondo de 26 cm (mejor si es desmontable)
1 rodillo grande
1 báscula de cocina
1 tenedor
1 cuchara
Papel de aluminio
Papel transparente
Papel de hornear
Ahora os voy a poner los ingredientes necesarios para una base de masa quebrada de ese tamaño, que nos rendirá para unas 12 porciones. Yo normalmente pongo el doble de esta cantidad y así puedo congelar una parte:
150 g de harina
1 pizca de sal
75 g de mantequilla
25 ml de leche fría
1 huevo
400 grs de legumbres secas (garbanzos, lentejas, alubias)
Lo primero sería sacar la mantequilla de la nevera durante un rato, para usarla a temperatura ambiente.
Ponemos la harina en el bol y aplastamos un poco con una cuchara. Este paso es para ahorrarnos tamizarla aunque si tenéis tiempo podéis probarlo, tan solo se trata de pasar la harina por un colador para evitar los grumos.
Echamos la sal, la mantequilla, la leche fría y el huevo.
Mezclamos bien con las manos hasta que quede la harina bien incorporada con el resto. Tampoco amasaremos mucho solo hasta que nos salga una bola.
Si habéis puesto el doble de la receta, en este paso lo que hacemos es dividir la masa en dos bolas. Las envolvemos con papel transparente y guardamos una en el frigorífico durante una hora. Y la otra la volvemos a envolver pero ahora con papel de aluminio y la reservaremos en el congelador para otra ocasión. Mientras esperamos ponemos un poco de mantequilla y harina en el molde para dejarlo listo y poder desmoldar la base al final.
Precalentamos el horno a 220º durante 10 minutos. Sacamos la masa y espolvoreamos un poco de harina en la superficie de amasado y en el rodillo. Luego la extenderemos con ayuda de este hasta alcanzar un tamaño un poco mayor que el fondo de nuestro molde. Esto lo hacemos porque necesitamos que la masa tenga un borde para poder rellenarla después.
Si se nos rompe algún trozo lo pegamos con los dedos. Cuando tenga el tamaño adecuado ponemos un poco de harina al rodillo. Enrollamos la masa en el mismo y nos ponemos encima del molde y entonces desenrollamos acomodándola con los dedos. La masa sobrante la cortamos y la doblamos un poco hacia dentro sobre el borde.
Pinchamos con un tenedor para evitar que crezca al hornear y además le pondremos peso encima. Para ello la tapamos con papel de hornear o de aluminio y la cubrimos con nuestras legumbres secas. Estas legumbres las guardaremos y así las podremos usar siempre para este menester.
Rebajamos la temperatura del horno a 170-180º y prehorneamos la masa durante 10 minutos. Pasado ese tiempo la sacamos y con mucho cuidado para no quemarnos le quitamos el papel de hornear con las legumbres. Y ya está ya tenemos nuestra base lista para ser rellenada.
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